Cualquier actividad que emprendamos en la vida requiere una planificación previa. Por ello, esta guía de la editorial Editatum te ayudará en tu camino.
Antes de iniciar las vacaciones sabemos dónde vamos a ir, cómo y cuándo; antes de iniciar un trabajo, si queremos que sea rentable, estudiamos cuidadosamente el proyecto y hacemos un análisis de las actividades que conlleva y del tiempo de dedicación que requiere. Sin embargo, olvidamos con frecuencia que el proyecto más importante en el que participamos los seres humanos, la vida, requiere también planificación. Muchas personas incluso manifiestan cierto rechazo ante la idea de la planificación, pues la viven como una imposición inflexible que no deja lugar a la espontaneidad.
En qué consiste la planificación
En primer lugar, es necesario entender que la planificación no es sometimiento a nada ni a nadie, es por el contrario la única forma que tenemos de poder ser protagonistas de nuestras propias vidas. Ahora bien, la planificación necesita asesoría. Como en cualquier otro proyecto importante, son necesarios la aprobación, el consejo y el apoyo de un experto que, además de sus conocimientos, aporte una visión objetiva.
En segundo lugar, la planificación es lo que «necesariamente hay que hacer», debemos tener en cuenta que esta no es una entelequia y que para que dé resultados ha de ir acompañada de acciones. Debe ser integral, no puede olvidar ninguna faceta de la persona. Siendo así, la planificación es la garantía del desarrollo. Las actividades que se diseñan en la planificación deben ir dirigidas a conseguir metas concretas que a su vez sirvan a objetivos a más largo plazo, es decir han de enfocarse en la consecución de los propios anhelos y sueños.
La planificación tiene tres fases diferentes y sucesivas: planificación, programación y temporalización, que deben seguirse por este orden:
1. Planificar: es prever de qué forma se introducen en la vida los elementos necesarios para el desarrollo personal óptimo. Antes de planificar es necesario tener claro el proyecto. Nuestros proyectos de vida deben ir encuadrados en un programa más amplio, que no es otro que lograr desarrollar al máximo la libertad, integridad, solidaridad y amor que son la esencia misma del ser humano. Para desarrollar tales valores son necesarios siete bloques de ingredientes: independencia económica, valía, rentabilidad, equilibrio, aprendizaje, relaciones y gratuidad. A su vez, para que estos ingredientes puedan incorporarse, es necesario que los «canales de absorción» (físico, intelectual, afectivo y espiritual) estén libres de impedimentos.
A la hora de planificar habrá que tener en cuenta: Que los proyectos deben contener, necesariamente, los siete bloques de ingredientes; y que habrá que programar actividades para retirar impedimentos de los niveles de la estructura de la personalidad. Así pues, el primer paso antes de iniciar la planificación sería ver en qué proyectos se está interviniendo, qué ingredientes necesarios requiere cada uno y en qué cuantía. En caso de que algún ingrediente no esté presente o haya alguna dificultad en un canal de absorción, ver qué actuación planifico para cubrirlo o qué impedimento se debe eliminar.
2. Programar: consiste en priorizar las tareas dosificando los elementos necesarios de acuerdo a la capacidad personal y las necesidades concretas. Cuando la planificación está hecha se prioriza tratando de ver qué actividades se inician y cuál va a ser la secuencia de las mismas. Al priorizar las actividades se han de tener en cuenta criterios que atiendan a todos los niveles, todos los bloques de ingredientes y las capacidades personales.
3. Temporalizar: es el paso final. Es poner un horario y ver de qué modo distribuimos el tiempo para que todo lo necesario tenga cabida en el día a día de acuerdo a las prioridades establecidas en la programación. El horario debe respetarse; ahora bien, no se trata de ser un esclavo del mismo, hay ocasiones en las que un emergente modifica la programación, pero eso no supone una interrupción de la misma.
En cuanto a cuáles son los acontecimientos que pueden cambiar la programación conviene recordar que hay tres tipos de situaciones:
• Necesarias: son las situaciones que irremediablemente hay que afrontar.
• Emergentes: son situaciones necesarias que no estaban planificadas. Un emergente interrumpe la planificación, o más bien el horario, pero una vez que este ha sido superado podemos continuar con nuestros planes.
• Urgentes: son todas aquellas situaciones que nos vienen impuestas desde fuera. Responden bien al capricho propio o ajeno y por ello no pueden ser consideradas necesarias. Podríamos concluir diciendo que para planificar en salud es necesario tener la convicción de que, realmente, el ser humano merece ser feliz porque nace libre, íntegro, solidario y en amor.
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